El Valencia rescata un punto de rebote en Vallecas y se pone a 2 del descenso
Un gol rocambolesco de Diego López iguala el tanto inicial del central rayista, que pasó de héroe a villano antes de caer lesionado. Los de Mestalla siguen sin ganar a domicilio pero suman oxígeno en la lucha por la permanencia.
El fútbol tiene guiones que parecen escritos por el capricho del destino, y el empate (1-1) vivido anoche en el Estadio de Vallecas fue uno de ellos. El Valencia CF logró arañar un punto en un escenario hostil y gélido, sobreviviendo a una primera parte de asedio local para terminar encontrando el premio en una carambola afortunada. El protagonista absoluto, para bien y para mal, fue Nobel Mendy, quien encarnó las dos caras de la moneda en apenas noventa minutos.
El encuentro comenzó con un Rayo Vallecano eléctrico, fiel a su estilo de presión asfixiante. Los de Íñigo Pérez dominaron el primer acto ante un Valencia que, agazapado, fiaba su suerte a los guantes de Agirrezabala. La resistencia che se quebró en el minuto 36, cuando la pizarra de Vallecas funcionó a la perfección: un córner botado con precisión encontró la cabeza de Mendy, que se elevó imperial para firmar el 1-0. El central senegalés celebraba su primer tanto en la élite, y el Valencia parecía no encontrar respuestas más allá de algún chispazo aislado.
Sin embargo, el paso por vestuarios cambió la inercia lo justo para que la fortuna sonriera a los visitantes. Corberán ajustó filas y el Valencia, sin brillar, empezó a pisar campo contrario con más intención. El empate llegó en el minuto 63, en una jugada que resumió el partido: un balón suelto en el área, un remate de Diego López que no llevaba excesivo peligro y un desvío fatal —de nuevo de Mendy— que despistó al guardameta Batalla. El gol, sucio y de rebote, valía oro para un equipo necesitado.
El tramo final dejó un sabor amargo para el Rayo, que vio cómo su goleador se retiraba lesionado, cerrando su noche de contrastes. El Valencia, por su parte, supo sufrir para conservar un resultado que, aunque insuficiente para alejar definitivamente los fantasmas del descenso y la sequía a domicilio, se valora como un botín de guerra. Un punto que suma en la tabla, pero que sobre todo refuerza la moral de un equipo que supo mantenerse en pie cuando el fútbol no le sonreía.
