Diana Morant denuncia “cacerías inhumanas” tras el caso José María Ángel, pero olvida los ataques promovidos por su propio partido
La ministra pide reflexión por el acoso al excomisionado de la DANA, pero guarda silencio sobre campañas similares contra rivales políticos y casos iniciados desde el PSOE

La ministra de Universidades y secretaria general del PSPV, Diana Morant, ha mostrado su “profunda tristeza” por el caso de José María Ángel, excomisionado del Gobierno para la reconstrucción tras la DANA, que fue ingresado en el Hospital de Llíria y dado de alta horas después, presuntamente por un intento de suicidio. Morant ha calificado lo sucedido de “cacería humana” y ha pedido abrir un debate sobre si es “normal deshumanizar tanto a las personas”, vinculando lo ocurrido con la polémica por la investigación de un presunto título universitario falso, aunque esa relación no ha sido confirmada por el propio afectado.
Sin embargo, sus palabras han despertado críticas por la falta de coherencia en su postura. No pocos recuerdan que fue el propio PSOE quien abrió la veda de las “cacerías de títulos universitarios” al exigir la dimisión de la diputada popular Noelia Núñez por supuestas irregularidades académicas, una ofensiva que lideró su compañero de Consejo de Ministros Óscar Puente. En aquel momento, no se escucharon llamamientos a la “humanidad” ni reflexiones sobre los límites del escrutinio político.
Tampoco ha pronunciado Morant palabras de condena ante campañas de acoso y derribo contra dirigentes del Partido Popular, como Rita Barberá o Francisco Camps, cuya persecución mediática y judicial se prolongó durante años y en algunos casos se cerró sin condenas. Más reciente es el caso del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, que ha sido insultado y llamado “asesino” en actos públicos, sin que la ministra haya pedido respeto o moderación en el debate político.
El episodio de José María Ángel —que presentó su dimisión el 31 de julio y defendió su inocencia— ha generado un fuerte impacto emocional en el PSPV, donde Morant ha denunciado “dolor inhumano” y ha reclamado “recuperar la humanidad”. No obstante, para sus críticos, su discurso resulta cínico y selectivo: solo se muestra sensible cuando la presión afecta a compañeros de su partido, mientras guarda silencio o participa de la dureza cuando el objetivo es un adversario político.
El intento de suicidio de Ángel merece respeto y reflexión, pero también exige coherencia en la defensa de la dignidad política. Si las “cacerías” son inaceptables, deberían serlo siempre, con independencia del color del afectado. La memoria reciente demuestra que el acoso político no es exclusivo de un solo lado, y que quienes hoy claman por moderación han sido, en otras ocasiones, protagonistas de la misma dinámica que ahora condenan.